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16ª JORNADA DE LIGA
El Barça firma el pleno
Cani adelantó al Villarreal nada más comenzar la segunda parte
La expulsión de Piqué y el empuje local dieron incertidumbre al desenlace
Actualizado domingo 21/12/2008 21:12 (CET)
FERNANDO LLAMAS
MADRID.- El Villarreal discutió de tú a tú la jerarquía del Barcelona y acabó como última víctima de un grupo que ha liquidado en el primer enfrentamiento directo a sus rivales más amenazadores: Real Madrid, Valencia, Sevilla y, meses antes, Atlético de Madrid. [Narración] [Álbum] [Goles 3D]
A tres jornadas del ecuador liguero, el Barcelona se asegura el título de campeón de invierno, quizá el galardón honorífico menos importante de todos de los que podría vanagloriarse: envidiable dinámica de juego, gran disciplina defensiva pese a sus arriesgados planteamientos y la conciencia de que cuando alguien le falta siempre aparece otro capaz de mantener el nivel del colectivo.
Ninguno de sus adversarios opulentos opuso tanta resistencia al Barcelona como el Villarreal. Es la dignidad que resplandecerá en la herida de su derrota. Hizo un planteamiento táctico impecable hasta que la tiranía del gol se lo echó abajo. Anuló a Messi y a Eto'o sin patadas, colocó obstáculos en los trayectos de Alves y de Abidal, truncó la progresión de la pelota azulgrana con las altas prestaciones de la pareja Eguren-Senna y todo esto sin renunciar al marcar, algo que, además, logró antes que su enemigo.
Durante unos primeros 45 minutos intensos, Diego López extendió su fama de grandísimo guardameta al detener dos balones asesinos a Henry y Busquets, mientras que Valdés, en la otra portería, agradeció la mala ejecución de dos remates de Rossi.
El Barcelona tardó un cuarto de hora en imponer su mejor dominio de la pelota y mucho más tiempo para desenredarse del entramado defensivo dispuesto por Manuel Pellegrini, quien celebró el primer tanto del partido dos minutos después de la reanudación, en una jugada de libro que nació de un robo en la divisoria y un envío largo perfecto de Rossi a Cani.
Era la segunda vez que el Villarreal rompía la línea defensiva adelantada de los azulgrana y la primera en la que el atacante, esta vez el zaragozano centrocampista que dejó a Nihat en el banquillo, acertaba a superar con un excelente y difícil toque la salida de Valdés.
El Barcelona recordó otra virtud que muchas veces no necesita exhibir: la de mantener la concentración en una situación difícil. Aceleró algo el juego, quizá se le viera algún atisbo de ansiedad en Messi y en Eto'o, pero encontró el elixir del éxito una vez más en una jugada aparentemente poco interesante en la que Keita -que había postergado en la reserva a Touré Yayá- se jugó el tipo para cabecear a gol ante la salida de Diego López. Previamente, el malí había encontrado su posición entre los dos centrales amarillos, Gonzalo y Godín, para encontrarse con el centro de Alves.
A diferencia de los azulgrana, los de El Madrigal sí acusaron el traspié. Cedieron campo y pelota otra vez. Al mismo tiempo, reflejaban la necesidad de recibir el aire nuevo de jugadores de refresco. Entre tanto, Xavi -intermitentemente magistral- se filtró en el área y dio otro centro de apariencia inofensiva que resolvió Henry, al fin el francés, con un toque sencillamente letal.
El partido, que no había hasta entonces ofrecido más que delicias futbolísticas se enredó en la rabia y prodigó las primeras acciones punibles con tarjetas. El árbitro se calentó como un microondas y expulsó a Piqué con dos tarjetas amarillas en espacio de cuatro minutos, la segunda sin razón de ser.
Pellegrini acababa de introducir a Nihat y a Guille Franco para reforzar el ataque. Poco después de la expulsión enviaba el mensaje definitivo con la sustitución de Senna por Ibagaza mientras que Guardiola, que ya había dado a entrada a Touré por el lastimado Busquets, recurrió al central Martín Cáceres (por Henry) y, posteriormente, al bielorruso Hleb por Eto'o.
Fue entonces, en 15 minutos finales (incluidos los cinco añadidos por el árbitro) cuando el Villarreal rozó el empate. Y le pasó lo que en la primera parte: que los remates de Guille y Nihat no encontraron la dirección correcta cuando parecían inevitables goles. El Barcelona, jugando con fuego, se defendió con todo, pero ni siquiera así renunció a llevar la pelota cerca del área de Diego López. Una forma, mejor que cualquier otra, de defenderse hasta el final.
El Barça firma el pleno Fútbol deportes elmundo.es
